EL LIBRO DE PIEDRA
Con la premisa de los amigos imaginarios que todos los niños tenemos, presentan a Silvia Ruvalcaba (Lucy Buj) una niña que, a partir de que su padre Eugenio (Joaquín Cordero) y su madrastra Mariana (Norma Lazareno), recién casados, van a vivir a una hacienda recién comprada en un pueblo cerca de la Capital, comienza a jugarcon un “amiguito” llamado Hugo (Jorge Pablo Carrillo), un niño que está representado por una estatua de piedra leyendo un libro, en el jardín de la propiedad, una estatua que al parecer tiene más de 200 años; de tal manera y tanta importancia le da a esa amistad imaginaria que su padre comienza a dudar de la salud mental de Silvia.
Y aunque para Silvia, Hugo existe, le ha contado su historia, para los mayores, como siempre, no pasa de ser la imaginación liberada de la niña, que, para Eugenio, la lleva a refugiarse en un mundo irreal, a tal grado que prefiere no asistir al colegio para no dejar de jugar con Hugo, que a su vez, tampoco desea que aparten a Silvia de su lado.
Para tratar de que Silvia entre a la “normalidad” poco a poco, Eugenio contrata a una institutriz, Julia Septién (Marga López), quien, como su trabajo lo requiere, va ganándose la confianza de la niña para poder convencerla de que estudie, se ponga al corriente en sus conocimientos y, en un año, asista al colegio; ante el real escepticismo de su padre y su madrastra. Incluso de su padrino Carlos (Aldo Monti) quien llega a pasar unas vacaciones con esa familia de millonarios y amigos de él.
Y, aunque por momentos tiene esa trama telenovelera que en los años siguientes se hizo más fuerte en todas las películas, nos muestra que a veces los padres, son quienes menos están interesados en ponerle atención a sus hijos, dejando en manos extrañas la educación y formación del infante. Así pues, Carlos le reclama a su amigo Eugenio que Hugo es el único amigo imaginario o no, con el que ella puede contar y por ello le da tanta fuerza. Por otra parte Julia se convierte también en su confidente, a tal grado que, las cosas extrañas que comienzan a pasar, solo le reafirman a la institutriz, que Silvia no solo está siendo “protegida” por Hugo, sino que de alguna manera es tomada como una aprendiz de la magia negra.
Y todo ello parece lógico cuando Silvia le pregunta a su institutriz sobre una ciudad de Austria llamada Holstein donde, dice, toda la gente que vivía ahí era mala, pero que todos sus habitantes murieron en la II Guerra Mundial. Hugo resulta ser el hijo de un poderoso hechicero que a punto de morir y sabiendo que regresará a la vida en 500 años, decide hechizar su tesoro más preciado, (no su hijo), sino su libro de magia negra, para que no pueda destruirse ni perderse para cuando el vuelva, claro que convierte en piedra a su vástago más como guardián del libro que por hacerlo inmortal. Así, de alguna extraña manera la vida de Silvia y Hugo son parecidos, hijos de señores poderosos que tienen mejores asuntos que atender que la atención a sus hijos.
Julia se va dando cuenta de que Silvia sabe todo en el momento en que suceden y al ser sorprendida haciendo un pentagrama de sal, Carlos convence a Eugenio de ir con un científico apasionado por la brujería para saber el significado de esa “travesura”, sorprendiéndose ante la revelación del científico.
Aún pensando como adultos, no creen que la niña realmente diga la verdad en cuanto a la historia inventada para su amigo imaginario. Sin embargo al descubrir una muñeca con una pañoleta de Mariana, y agujas clavadas, después de que la esposa de Eugenio sufre de fuertes dolores “sin razón”, además de la muerte de Carlos quien fascinado por la mística que rodea la estatua de Hugo, desea llevársela de ahí. Entonces y solo entonces comienzan a hacer caso de Silvia y ver que no todo es producto de su imaginación.
DIRECTOR:
CARLOS ENRIQUE TABOADA
Nació el 18 de julio de 1929 en el Distrito Federal (México).
Hijo de los actores Julio Taboada y Aurora Walker, Carlos Enrique Taboada inició su carrera en 1950 como argumentista y director de programas en la naciente televisión mexicana. Su relación con el cine le dejó varios sinsabores. En 1954, desilusionado por los resultados en pantalla de su primer guion cinematográfico, Taboada se retiró de este medio por cinco años. Este alejamiento lo repetiría al final de su carrera, justo en el momento en que la crítica nacional comenzaba a valorarlo.
Falleció el 15 de abril de 1997.
A esta terrorífica pero entrañable cinta, le seguiría una igualmente cautivadora, y con esas mismas virtudes El libro de piedra (1968) La pequeña Silvia, hija de un acaudalado hombre, tiene la rara costumbre de hablar yjugar con una estatua de un niño de piedra que lee un libro, la cual se encuentra en el jardín de la mansión. Lo que al principio parece un juego infantil de la pequeña Silvia, se va transformando hasta convertirse en una macabra situación para su institutriz y posteriormente para todos los demás.
Después de estas dos exitosas cintas tendría un receso dentro del terror gótico como se le ha calificado a estas dos producciones. Y vendrían cuatro interesantísimas cintas de suspenso escritas y dirigidas por él, rodadas todas ellas en el año de 1970: El arte de engañar, El deseo en otoño, El negocio del odio, La fuerza inútil. En estas cuatro cintas de un suspenso inquietante, sus personajes están ausentes de toda carga maniquea, no existen ni buenos ni malos, solo situaciones que los llevan a cometer bajezas o crímenes, dándoles a las historias un carácter además de hitchconiano, enormes cualidades dramáticas. Después se completaría la serie de suspenso con: Rapiña de 1973, historia interpretada magistralmente por Ignacio López Tarso y Germán Robles.
Al año siguiente retomaría su terror sutil y gótico con: Más negro que la noche 1975. Una herencia, una casona antigua, una vieja tía porfiriana, un gato negro y cuatro hermosas| mujeres son los elementos que entremezcla esta película en verdad aterradora. Y aunque suenen estos ingredientes a una narración ya muy trillada, la verdad es que Taboada consigue una obra muy bien lograda. Las víctimas del fantasma de esta malévola y vengativa tía mueren de puro y simple miedo al igual que el horror japonés que está muy de moda hoy en día.
La guerra santa (La cristiada) (1977) es su obra más ambiciosa y costosa, y Taboada la dirige y escribe con suma maestría. En esta cinta se cuenta la guerra fratricida que se desarrolló en los años 20 en el centro y noreste de México, y se puede ver claramente la indignación que le generó al director este hecho de sangre que ocasionó la ambición de la iglesia católica al azuzar y llevar a una guerra perdida a miles de campesinos aprovechándose de su ignorancia.
Pero inexplicablemente, luego de la bien lograda cinta: La guerra santa. Carlos Enrique Taboada se aleja del cine por siete largos años, escribe un guion únicamente (La coyota 1983), para luego reaparecer con otra joya del misterio Taboadiano: Veneno para las hadas (1984). Graciela es una linda niña que presume de ser una bruja ante su compañera de escuela Fabiola. Esta última al principio se muestra incrédula pero termina convenciéndose gracias a una serie de circunstancias fortuitas que según Graciela ha causado, valiéndose de sus poderes mágicos. La inocencia de estos juegos adquiere un matiz macabro, cuando Graciela le ordena a Fabiola la invite a unas vacaciones en el rancho de su familia, en donde podrá preparar un veneno para las hadas, quienes dice: son sus enemigas.
A diferencia de lo ocurrido con sus tres primeras cintas de este mismo corte, (Hasta el viento tiene miedo, El libro de piedra, y Más negro que la noche) Taboada recibió excelentes críticas por Veneno para las hadas. La cinta, estrenada en 1984, fue galardonada con cuatro premios Ariel, incluyendo los correspondientes a mejor película y mejor director. Sin embargo, las precarias condiciones de su exhibición y las escasas ocasiones en que ha sido transmitida por la televisión mexicana han provocado que ésta sea la menos conocida de las cintas de horror dirigidas por Carlos Enrique Taboada.
Veneno para las hadas también sería la cinta póstuma de su autor, quien después de filmarla se dedicó a la producción televisiva y a la escritura de argumentos para otros directores, hasta su fallecimiento ocurrido en 1996.
En sus últimos años escribió, dirigió y produjo algunos capítulos de la serie de televisión: La telaraña (1986-1988), serie muy polémica en su época y con guiones muy bien elaborados.
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